Una mirada

Los caminos más desconocidos son los que más cerca tenemos del corazón.

El río del olvido, Julio Llamazares

Constituye el concejo de Villayón (en el occidente de Asturias) un paisaje suave, con colinas redondeadas y apacibles valles en los que se tienden retales de prados sobre los que pacen con milenaria paciencia las vacas, uno de los principales sustentos económicos de la zona.

En uno de sus pueblos, Oneta, hoy tienen otra fuente de riqueza. Hay que levantar la vista por las laderas para contemplar dónde se planta, crece, madura y se tala el eucalipto, la ofrenda que la modernidad tiene que sacrificar al dios del papel en el templo de la cercana fábrica de celulosa ENCE. Por eso vemos los montes pelados, repoblados y talados con un ritual de frenesí económico. Si levantamos aún más la vista, hasta las cumbres, observaremos otra fuente de ingresos, son los aerogeneradores, que alzan con osadía sus brazos de gigantes ciegos en busca de la fuerza de los vientos.

Pero para descubrir el verdadero carácter de estas tierras, el más íntimo, hay que bajar la mirada hacia lo más profundo, donde surge la vida y la memoria. Así recordaremos que alguna vez estos montes fueron mágicos, siempre deudores del gran río Navia, que vertebra y horada sus tierras.

Cascada de Ulloa

Uno de los ríos que dan sus aguas al hermano mayor es el Acebal. Al principio pasa desapercibido, culebreando entre fresnos, alisos y castaños, dividiendo prados, siempre humilde y silencioso. Así atraviesa el pueblo, donde deja su niñez, porque un poco más abajo, más crecido, es donde empieza a mostrar su fuerza. En su primer acto adolescente todavía está domesticado por los humanos. Durante años estuvo canalizado para producir energía eléctrica para el pueblo en una rudimentaria central, hoy en ruinas. Pero su madurez la veremos unos metros más abajo, cuando nos despierta con su furia desbocada al despeñarse por las cascadas de Firbia, Ulloa y La Maseirúa.

Cascada de Firbia

Es por estos parajes donde anida un conjunto, ya abandonado, de canales, compuertas y molinos con técnicas que perduraron durante siglos de olvido.

Molino

En torno a ellos (molinos, bosques con colores confundidos entre cascadas iridiscentes) nacieron poblaciones, se desarrollaron culturas y surgió la magia de lo escondido, lo efímero de un trino cercano, la sorpresa de sus rincones musgosos, la herida de un rayo de sol que atraviesa la maraña de vegetación y agua que hace de esta recóndita cuenca un sitio especial.

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