El amor es uno de los pilares donde hunde sus raíces más fecundas la literatura en todos los tiempos. Un amor que siempre se aparta de la norma, como ya lo sentenció con claridad León Tolstói en la primera página de Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Así tenemos amores adúlteros, como el ya citado de la protagonista rusa; en la distancia, como el de Penélope a la espera de la llegada de Ulises, imposibles (Romeo y Julieta) y un largo etcétera. Son casi siempre amores entre personas jóvenes que tienen en sus manos el poder cambiar el futuro con cualquier gesto. Es más raro encontrar amores en protagonistas crepusculares, como el que nos cuenta García Márquez en El amor en tiempos del cólera (1985) entre Florentino Ariza y Fermina Daza.

La escritora argentina Vicky Rego con su novela Ema (2022), en Velasco Ediciones, sigue la estela del colombiano al presentarnos el amor de Ema y Álvaro en un centro geriátrico de Buenos Aires. En estas circunstancias, entre achaques, pastillas, enfermedades, control filial y orden social, nace un amor otoñal con la pasión y fuerza de épocas jóvenes. Es un amor inventado en el que el juego de caretas quiere ocultar unos rostros para presentar otros, así el protagonista pasa a llamarse Andy y ella será Mito. Y será un amor vivido intensamente por horas porque ya no tienen tiempo para cambiar su trayectoria ni para ensayar otro guion.
En el plano formal, Vicky arriesga al construir un relato sin narrador, una pericia que nos vuelve la mirada a La Celestina, esa obra de arte considerada a caballo entre la narrativa y la dramaturgia. También está presente el monólogo interior, que nos trae a la memoria el Ulises de James Joyce, publicado justo ahora hace cien años. Y una parte epistolar en la que la aventura amorosa y aventurera de Álvaro se opone a la acomodaticia de su amigo Julián.

Ema de Vicky Rego
Velasco Editores, Oviedo, 2022