Sí, hubo otros tiempos infinitamente más convulsos de los que nos podamos imaginar hoy. Mientras el Imperio Romano se empieza a descomponer, el cristianismo, que es ya la única opción religiosa, se fortalece como soporte y garantía de continuidad para los nuevos amos que van tomando el poder. La práctica de esta ortodoxia despiadada lleva a ajusticiar en el año 385 al obispo gallego Prisciliano, acusado de herejía y brujería. Bastantes voces autorizadas creen que el cuerpo de este obispo es el que yace en el lugar usurpado por el apóstol Santiago.
Es en estas tierras galaicas donde se asientan los suevos, que se cristianizan rápidamente como dice el obispo local Mailoc. Con esas lejanas circunstancias de migraciones y oscuridad, un lugar empieza a concentrar un enorme poder religioso y político. Probablemente las primeras piedras de la iglesia lucense de San Martín de Mondoñedo se colocan en el siglo VI y en el 870 el templo se transforma en basílica con una estética románica en la que destacan algunas características lombardas, que contrastan con las construcciones dominantes en el románico de la península, de tipo borgoñón por influencia del Camino de Santiago.

Hubo un momento en el que este lugar se convierte en sede episcopal doble, es cuando la iglesia acoge al obispo Sabarico, que había abandonado la sede portuguesa de Braga al verse acosado por las razzias sarracenas del sur. También recibe con los brazos abiertos a los fugitivos célticos que se instalan en la Bretoña lucense cuando huyen de las islas británicas por el empuje de las invasiones sajonas.
Pero el lugar no era seguro, estaba amenazado constantemente por los saqueadores vikingos y normandos que penetraban por la ría de Foz. Así que el 1112 la reina leonesa Urraca buscó un emplazamiento más seguro para la catedral, tierra adentro, en la fértil vega lucense del Val de Brea, que no solo acogió la sede episcopal, sino que también el nombre, que a partir de entones cambia a Mondoñedo, en recuerdo de la antigua ubicación de la catedral.
Con este traslado, la basílica pierde su poder y en 1861 se desploma el techo y una parte de la pared. Para evitar su derrumbe, se refuerza la estructura con los enormes contrafuertes que caracterizan actualmente el templo parroquial, que en otras épocas fue la catedral más antigua de España por la que pasaron 15 obispos y fue refugio de personas de todo tipo.
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