Se puede decir que el Órbigo es un río totalmente leonés, quizás el que más. Lo son sus padres, el Luna y el Omaña, que nacen en las montañas más norteñas, en el límite geográfico. Después crece en tierras llanas a las que da vida con sus aguas y muere en brazos del Esla cuando deja la provincia. En todo el recorrido no deja de vitalizar a una de las vegas más fértiles.
Desde antiguo le pusieron nombre con el significado más evidente, “agua que fluye”. Posteriormente los romanos lo rebautizaron con la forma URBICUM y así evoluciona hasta nuestros días.
En su margen izquierdo se ubica otra tierra más dura, el Páramo, que, como indica el nombre, queda fuera de la vega del río, aunque actualmente es el Luna, uno de los padres del Órbigo, el que le está dando agua con un alargado sistema de regadío.

A lo largo del río surgieron poblaciones que suelen llevar su nombre en el apellido. Todas tienen su historia, pero sobresale la que ocurrió en el Paso Honroso, uno de los puentes de piedra más largos de España, con 20 ojos. En 1434 el noble don Suero de Quiñones y otros 9 caballeros se enfrentaron con éxito a 300 contrincantes por una apuesta de honra y amor.
Se supone que el puente fue levantado por los romanos porque formaba parte de la vía de comunicación que unía Astúrica Augusta (Astorga) con Tarraco (Tarragona), una calzada por la que se transportó hacia el Mediterráneo todo el oro extraído de Las Médulas. En la Edad Media empezó a formar parte del Camino de Santiago para superar el río y unir Hospital de Órbigo y Puente de Órbigo, dos topónimos que dejan claro su origen, un hospital y un puente en este importante punto de tránsito.
Las aguas del Órbigo también fertilizaron algunas mentes de sus vecinos. En Hospital de Órbigo todavía sigue en pie la casa donde vivió Marcos Fernández Blanco, padre de Francisco Fernández-Blanco y de Sierra Pambley, que organizó y financió a finales del siglo XIX la Fundación Sierra Pambley con un sentido regenerador de la educación en diversas enseñanzas de carácter primario, mercantil, agrícola e industrial en el ámbito rural. La Fundación, en colaboración con Gumersindo Azcárate y Manuel B. Cossío, se inicia con los principios de la Institución Libre de Enseñanza, apoyados por el regeneracionista Francisco Giner de los Ríos. En la actualidad continúa con su labor educativa en torno al mundo de los viveros y la jardinería, entre otros ámbitos.

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